Ocho meses pasaron, yo a lomo
de burro, José a pie
noventa millas a BelénNuestra cueva es fría y húmeda
los bueyes golpean el suelo con sus patas
en protesta por la invasión, dos nerviosas
palomas se alborotan entre las vigas como si
supieran que rompí aguassobre los lomos del burro, que miraba
desorientado para ver de dónde viene
este aguacero tibio de junioen diciembre. El implacable dolor
esperando la hora, mientras
José recogía la pajasucia de los rincones del establo
para hacer una cama; mi taburete
de parto: un pesebre rotoEmpujo al niño en sus
rugosas manos cuando la puerta
del establo rechina y trespotentados orientales se postran
ante el bebe que llora —
la placenta en el suelo — Ellos traenregalos en dromedarios por
de las arenas de Arabia, tendiendo
oro, incienso y mirraa nuestros pies, cuando yo necesito una vasija
de agua caliente, toallas
limpias, y muchos pañales.***
Kilian McDonnell, Una anciana recuerda (Belén) —
Me tocó el alma; vi nacer a Jesús.