MONICIÓN INCIAL
El color rojo en la liturgia de hoy simboliza el fuego y el viento: signos de los dones que el Espíritu Santo derramó sobre la Iglesia, es decir: también sobre nosotros. Dones de arriba —no producidos por los hombres— pero capaces de transformarnos.
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Señor, derrama en nosotros tu fuego.
Tu amor.
Tu viento.
Fortalece nuestros deseos del bien.
Purifícanos de lo que hay de mezquino en nosotros.
De perezoso.
De necio.
Querido monitor/a: no cabe la menor duda de que serías capaz de leer esta Monición corriendo y con una sola respiración. Pero no se trata de eso.
ORACIÓN UNIVERSAL
En esta Fiesta de Pentecostés oremos a Dios Padre para que envíe su Espíritu, renueve su Iglesia y transforme al mundo entero.
A cada petición diremos: ¡Ven Espíritu Santo!
1. Padre de los pobres: concede a nuestro papa Francisco descanso en el trabajo; fortalece la fe y la valentía de los obispos; enseña a los presbíteros a encontrar su alegría en Cristo. OREMOS.
2. Dador de todos los dones: incrementa la confianza de los bautizados; reaviva el testimonio de los confirmados; custodia la fidelidad de los esposos. OREMOS.
3. Fuente de todo consuelo: aumenta la perseverancia de los perseguidos por la fe; doblega la dureza de los soberbios; endereza nuestras sendas torcidas. OREMOS.
4. Amable huésped del alma: enciende la caridad de los pastores; purifica nuestra vida; conserva la esperanza de los que sufren. OREMOS.
5. Luz santificadora: ilumina las palabras de los predicadores de la fe; haz fructuosa la obra de los evangelizadores; dona una santa muerte y gozo eterno a los moribundos. OREMOS.
Danos, Padre, tu Espíritu, para que nos construya como Comunidad fraterna, en la que Jesucristo sea anunciado y reconocido como Salvador. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.