Un día alguien llegó corriendo de Emaús casi sin aire
Recuerdan cómo pasó esto: abrió la puerta con estrépito
Gritando — Él estuvo con nosotros
Y sintió que no tiene
Nada que decir aquí
Fuera de la puerta, hace un momento
Entendía la luz del universo entero
Pero ellos — Estás delirando, ¿cómo que tan sólo eso
y por qué en una taberna y sobre una mesa sucia
Qué comieron allí, y qué quería decir con eso
Dices: sólo partía el pan y servía el vino?
Quien llegó corriendo un día de Emaús sabe cuán diferente
Es su modo de hablar de él que había visto la manera de escuchar
Distinta, de los que escuchan. No se puede creer
A medias. Llegó corriendo de la posada y balbuciendo algo
En un idioma extraño, no concluye nada
Habla como no hablando, ¿quizá en realidad no quiere
Decir de manera sensata qué sucedió en Emaús?
Gritó y lloró — No tiene entendimiento
Quizá no es su culpa. Se estaba asfixiando
El mensajero de Emaús. Y nadie oye
Cómo está batiendo tu corazón
Por varios caminos la vida seguirá adelante
Unos creerán, a veces no, o en secreto
Creerán
Pero da un miedo enorme creer sinceramente
***
Ernest Bryll, Alguien —