Iniciamos el Adviento.
La espera de Aquel «que es, que era y que va a venir».
La venida de Aquel que vino y que mostró el camino a la plenitud, es decir: a la salvación.
Pero debemos entrar en este camino. Cada uno. Personalmente.
Personalmente aceptando la invitación. Transformando nuestra vida.
Y esto significa que hay mucha oscuridad, injusticia. En cada uno de nosotros. Entre nosotros.
Por eso —iniciando este tiempo de gracia— llamamos: ¡Ven pronto, Señor! Que tu justicia baje del cielo. Que transforme este mundo. A cada uno de nosotros.
[Perdónanos todo lo que en nuestra vida no es espera de tu venida. Perdónanos todo lo que es nuestra complicidad en el mal, en la mentira y en la agresión del mundo.]