MONICIÓN INICIAL
Para disponernos a la celebración de hoy pensemos cada uno en aquello por lo que queremos agradecer a Dios. ¿Cuál fue la señal de su acción en nuestra vida durante esta última semana?
Si no veo esta señal, quizá haya oscuridad en mí.
Que Dios purifique y sane mi mirada espiritual. Todos tenemos alguna catarata que afecta nuestros ojos espirituales, así que pidámosle al Señor que nos limpie y nos cure.
MONICIÓN INICIAL
Hoy escucharemos en el Evangelio estas palabras de Cristo: «Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados por la carga».
Cada uno de nosotros llega a esta Misa con alguna carga, con algún cansancio, para que el Señor nos dé fuerza, para que podamos cargar con eso y la carga se nos transforme en bendición.
***
Abre nuestros ojos, Señor, e ilumina nuestros corazones, para que podamos ver nuestra verdad ante ti.
MONICIÓN DE ENTRADA (opción 1)
Estamos en el sexto domingo de Pascua. Seguimos celebrando el misterio de la Resurrección.
Pero Cristo ya anuncia a los discípulos su pronta partida.
A la vez nos promete la llegada del Paráclito — Aquel que estará cerca. No sólo con nosotros, sino en nosotros. Él será nuestros oídos y nuestros ojos para que podamos oír y ver la presencia de Cristo. Hasta el fin de nuestra vida. Hasta el fin del mundo.
***
Creemos, Señor, que estás entre nosotros.
Purifícanos de nuestros pecados y debilidades.
Disipa toda oscuridad en nuestros corazones.
Para que no nos alejemos de Ti.
MONICIÓN INICIAL (opción 0)
El Evangelio dice que el Señor es mi pastor. Y luego en el salmo cantamos: Nada me falta. En verdes praderas me hace reposar.
El Señor es mi pastor. Y ahora en esta Misa estamos en sus praderas. No temas. Aquí estás en tu casa. Déjate encontrar. O sea deja que Él te encuentre. Ven. Y encontrarás una profunda paz.
Participar en la Santa Misa no significa estar tensos y llenos de temor, sino ser yo mismo ante Él.
Por eso, Señor te pedimos que nos purifiques de todo mal y de todo temor que hay en nosotros.
MONICIÓN INICIAL (opción 1)
En el Evangelio de hoy dos discípulos van en camino a Emaús. Desanimados. Con ojos incapaces de ver. No comprenden las palabras del Señor. Y sólo el gesto de partir el pan les abre los ojos.
Estos dos discípulos representan a cada uno de nosotros.
Porque todos nuestros caminos llevan a Emaús.
***
Señor, purifica nuestros corazones.
Para que nuestros oídos y nuestros ojos se abran a Tu presencia.
Para que podamos ver.
Que Tú estás con nosotros.