El mar a sus abismos llevóse un marinero.
Su madre, sin saberlo, va y enciende
ante la Virgen un alto cirio
para que vuelva pronto y el tiempo le sea benigno.
Y presta de continuo su oído al viento.
Mientras ella reza y suplica,
la imagen escucha, grave y apenada,
porque sabe que no ha de volver ya
el hijo al que aguarda.
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Constantino Cavafis, Súplica –
*** SÚPLICA (C.C.)
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